viernes, 19 de octubre de 2012

Experiencia...

Nunca aprendí a sostener tus lágrimas. Siempre consideré que eran inoportunas, parte de una especie de chantaje que se me antojaba insondable porque los códigos eran para mi inaccesibles.
Que el lenguaje es ambigüo ya lo sabía, no esperaba que lo inentendible hiciera parte de la nostalgia, que tus acertijos siguieran desafiando mis limitaciones.

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