jueves, 18 de octubre de 2012

Denegación.


Yo ya no escribo poemas porque la música siempre me deja esperando, entre otras cosas, pero pasa también que me desespera con sus velos y sus formas tan subterráneas, tan fangosa y en ocasiones hasta primigenia. Prefiero el cansancio de un párrafo largo y olvidadizo, desprevenido e insensato, de los que se paran en la mitad de la calle rehusándose a seguir caminando. Luego, y ahí si, cuando nadie la llama, aparece la canción adecuada elevando al viento mil cuartillas de incomprensión pura, de necedad estrambótica que se niega a ser poesía.

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