viernes, 26 de octubre de 2012

Esquema de Autodestrucción.

Sepultar sin lágrimas lo que se anticipó a morir, las cosas que se agotaron en posibilidades, los sentimientos que se esfumaron en la duración de un pensamiento vago e inútil.

Vender el alma por el conocimiento del mundo; desde una torre de piedra vigilar la vida, sentenciar lo profano y lo sagrado. Razones sobran para convencer de habitar el dulce infierno.

No esperar nada de nadie. Aceptar halagos para precipitar la esclavitud. Preferir la soledad, que nunca abandone el cuarto oscuro. Tener la esperanza de la autenticidad banal, de sacrificio por ideales vacíos, que más da si todo era igual y será lo mismo. Esperar el acto adecuado, agazapado.

No arrepentirse, ignorar la memoria. Utilizar las falacias de la voluntad para caer bajo, sin pedir perdón. 

Repetir, repetir. No saciar el hambre.

1 comentario:

  1. El hambre que no se sacia porque no sirvió de nada vender el alma, sólo por un puesto de vigilancia en la torre hecha de oscuridades densas; sólo para perder la memoria, gritando por buenos recuerdos, por la vieja historia que nos hizo dueños del presente de gloria.
    Glorias vacías, de ausentes conocimientos, por la olvidada memoria, en la avenida al averno, que ya de penas y sin glorias, perdió el dulce sustento.
    Razones sobran, es cierto, de embeberse en melancolías, en fantasías y ensueños, que no sirven de nada si has sentenciado profano, al mismísimo sagrado infierno!

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