lunes, 24 de diciembre de 2012

Por si acaso...

Por si acaso me nublo
Intempestiva y definitivamente
Guarda mi prosa en una maleta negra,
Busca mis falacias y mis mentiras,
Vete a un puente y bótalos al río,
Que la corriente haga su trabajo
Que se cubra todo de lodo milenario.
Espumas incesantes reclaman el espíritu de las metáforas
Guardianas de la indefinición,
De las indecisiones parteras del dolor,
Dolor germen, dolor simiente, dolor que emana del aire, de las fosas oscuras de la creación.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Ciudad para otros.

Ciudad de esquinas poseídas, de relatos peregrinos.
Ciudad que no sabe disimular,
Me persigue a plena luz del día
Y me asalta con la franca figura de la locura,
De la imposible emancipación de la sonrisa,
Capturada en los recuerdos delgados e incapaces
De estremecer, una vez más, la piel.

Nombres desterrados de las encrucijadas
Antes fieles a las citas y a las complicidades.
Nombres sordos y obstinados tributarios de los alientos de otros.

Ciudad de placeres interrumpidos,
De monótonos sufrimientos.
Precario lugar de los deseos de vos,
Palacio de los fantasmas míos.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Una necedad.

El canto incontenible de la esperanza,
el dolor compartido de la dignidad pisoteada.

La noche de los beodos
que no tienen otra cosa que declarar que la verdad desnuda
es la necesidad de contar la historia desde el lugar de la experiencia,
desde la injusticia atávica.

Esta noche nos interesa la revolución,
los astros nos estremecen desde la última posibilidad,
con nuestros sueños por delante,
con nuestra libertad en el corazón.

Otoño.

Fuimos nada y lo fuimos todo, hablamos de los dilemas y de las contradicciones inmanentes al movimiento de la vida, fuimos las palabras y las cosas que ellas crean.

Fuimos la noche, el calor y la lluvia sobre la calle, fuimos sudor y deseo. Yo fui una larga caminata al morir del amanecer, una nube gris en el cielo, la ciudad entera en sus exóticos murmullos.
Fui yo mismo, observando la calma apoderándose de las emociones, estuve muriendo en cada paso, sin dolor y sin encanto, sin una batalla en la que prodigar valientes sacrificios.
Fui un testigo de los caprichos del tiempo, del viento y de la luna.

Entonces, queda el silencio lleno de maleza, ocultando revolturas del estómago y vellos encrispados cuando las premoniciones se cumplen. Las ansias de la guerra se marchitaron por la monotonía de los discursos conciliadores entre la vida y la muerte. Preferí morir, cuando aún las esperanzas persistían en la perversidad, en la posibilidad de cambiar el mundo, un ápice íntimo, el lugar de las pequeñas grandes historias que contabas sin insomnio, ensoñaciones de un pasado que talló la piel.

Fuiste un motivo inocultable de las pasiones más inquietantes y de las frustraciones negadas con vehemencia.
Eras la mujer de otro lugar, la que me regalaba abrazos extraviados en los pasillos de estos crudos edificios. La páginas parecían inagotables cuando las oportunidades de verte eran tan esquivas y los encuentros tan vagos. Las palabras siempre acuden a la recreación de la memoria.
Sin embargo, es un paisaje visto en estaciones distintas. Ahora, todas las hojas han caído.

Teleología.

A veces, creo que hay un fin último para vos,
una redención llevada a cabo de particular modo,
explorando todas las formas de perdición.
Una lenta purificación del espíritu
por medio de penas y decadencias.

Pero llego siempre a un lugar infranqueble,
el que da cuenta de tu existencia,
sos lo que sos y esa es mi cárcel,
la tentación que no me abandona.

Siempre estás al anochecer de las razones,
en el punto medio de los argumentos innecesarios.
 

Vamos.

Caminemos primero,
porque nunca me has recorrido,
no conoces mis vericuetos
ni los abismos oscuros.

Mírame,
como si fuera parte del paisaje,
el tiple que se escucha entre las montañas
es la voz que susurra pequeños secretos
cuando te distraes.

Háblame,
de vez en cuando,
de tus odiseas irracionales,
de tu habitación y las sombras
que se forman cuando a dormir te vas.

Cántame una canción que no conozca,
que tenga los silencios suficientes
para hacerla majestuosa.

Siempre déjame a oscuras
con un beso que dure toda la noche.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Antagonismo.

Una mujer,
por la que alguien dijo siempre, manifestando lo evidente en amaneceres incesantes:
que las casualidades no existen, que todo es un mismo nombre en indescriptibles idiomas,
que somos briznas y diamantes.

Un hombre,
por quien juraron sacrificios y se enmendaron promesas, todos los días,
suspiros enfrascados.

Un viaje y su cansancio,
rutinas imprecisas en busca de un rostro que sepa de los engranajes del caos,
que entienda la simpleza de los espejismos.

Y estamos los dos,
adivinando la precariedad del otro para escribir necedades egoistas.
Todo pasa y todo perecerá.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Átomos.

Casi por casualidad, estoy recorriendo estos afanes, como sin destino, enamorado de las letras de molde pero prisionero de veleidades luminosas.
Cargo con tu optimismo con agrado, queriendo que las alas remonten sobre los techos monocromáticos, sobre los pesares y los rostros adustos.
Pero, entre vos y yo, no existe casualidad ni deudas pendientes, ni crímenes comunes.
Por obras sin explicación, somos aires intempestivos entre las hojas secas, somos átomos de una desobediencia soñada.
En algún lugar, toda ley deja de funcionar...

viernes, 7 de diciembre de 2012

Vocación.

Mi vocación de cronista me obliga a leer tus nostalgias peregrinas, escritas en muros blancos y sinceros, en los lugares que alguna vez fueron hogar de las esperanzas.
Mi vocación me obliga a memorizar detalles, silencios y suspiros, guardarlos en una cajita que convierte los recuerdos en materia renovada, en tiempo vacante que espera a ser colmado de nuevas experiencias.
Mi vocación me obliga a no abandonar, así duela el alma en cada letra, aunque se caigan las estanterías de las ficciones sobre la crudeza de tus heridas y te deje sangrar con impotencia.
Mi vocación me obliga a morir lenta y definitivamente en cada metáfora que te dedico, en cada frase calculada para describir el abandono palmario en nuestros espíritus que ya no se engañan ni se pierden en estas crónicas interrumpidas.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La Paciencia de la Lluvia (Parte V)

Llueve, una vez más. Me incomoda la ropa húmeda y las gotas bajando por la cara. Tampoco me gusta el frío que queda debajo de la piel, es una sensación reptilia, como si la tierra me reclamara. Pero, si fuera un reptil, podría pasar inadvertido, moviéndome por espacios antes inaccesibles. Clandestinidad, esa es la palabra correcta, por lo menos, la más precisa para definir este ahogo que siento cuando el discurso brota furioso y la voz no alcanza, se hace chiquita frente a las voluminosas incoherencias de la masa, esa uniformidad que absorbe, instantáneamente, lo que sea contrario a su dictado.

Tampoco alcanza la vanidad, me desdibujo. Me dejo llevar por las negaciones y el falso bienestar de la mediocridad. Inundado en desahucios, sonrío y vuelvo al trabajo, a martillar las palabras y a estirar las formas, esperando encontrar la valentía cuando ya no es necesaria, cuando sólo soy un héroe onanista, una caricatura de las grandes aspiraciones.

Nada, todo, siempre, nunca, absolutos ilusorios que no sirven para describir los matices que desgarran el pensamiento; esta complejidad abundante que atraviesas sin tocar causas ni consecuencias, complejidad que me abruma y me recrimina la cobardía, me llama a la lucha y enseña sus dientes, me muestra tu rostro y te vuelve prófuga de las definiciones, porque también sos clandestina en mis elucubraciones presuntuosas. No se cuándo aparecerás, ni cuánto tiempo te quedarás husmeando en mis frustraciones, convencida de poder cultivar oro en la arena, insistiendo, creyendo más alla de mis veredictos.

Y está el viento sur que me invita a salir de los claustros y los soliloquios para enfrentar las indiferencias y la normalidad cancerígena. Escucho canciones que provienen de afuera de esta totalidad embrutecedora, suenan a desafío de clamor subterráneo. Las escucho en medio del tráfico, armonía de las miserias y las injusticias. Las canciones no paran, se van sumando voces e instrumentos: tiples, bandolas, charangos y quenas, en cadencias marciales que han estado oprimidas, enterradas en las montañas usurpadas, encadenadas a costumbres revendidas como dogmas a los ignorantes parlanchines. Un mercado grande y próspero que ya huele a podrido, mientras la orquesta estalla, sin dejarnos sordos, abriendo los portones oxidados de este destino impuesto.

martes, 4 de diciembre de 2012

Lluvia en diciembre.


Él
Tiene ganas de llover.

Ella
Dile que lo haga,
que no la detenga el viento

Él
El viento la incita

Ella
Que se envuelva en él y se deje llevar,
se deje correr.
Que si queda más
se vacíe de memorias,
que cuenten nuevas historias de amores bajo la lluvia
de lluvia hecha de amores...

Él
Que deje el aire limpio,
las montañas lavadas y los ríos rejuvenecidos.
Que la tierra se alboroce,
que se tiña de fertilidad.
Que mis manos se colmen
y que la sed se apacigüe

Ella
Que llene de fresco renuevo en la mente,
liberando temores,
soltando amarras,
liberando corrientes.
Que expandan las alas,
que volar mojado de su rica humedad,
enredado en el viento
sin un pensamiento,
con todas las de ganar.
Que alivie la fiebre que guardan tus venas
que explota en tu alma
llevándote lejos,
volando bien alto

Él
Se pierde la vista,
se detiene el aliento,
en el canto del agua
y el capricho del cielo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Un hombre.

Callado, frente al precoz estertor de la genialidad,
espera un hombre que su elección haya sido acertada.
Tiene todas las ideas, pero una sola voluntad,
delgada y débil, como la llovizna que lo riega pero no lo moja.
Un conato de existencia programada para extinguirse en la medianía de las intenciones,
en la tibieza del pensamiento.
Miles de hombres, una máscara. Miles de máscaras y un hombre.
Esta es la comedia de las imprecisiones, en escena desde siempre.

Aprendizaje.

Estoy listo para la caída,
soltar el orgullo y desgarrar el horizonte con los dibujos de mi alas sobre el cielo.

En los sueños fue inevitable,
la fuerza desbordaba;
imprescindible para el espíritu cautivo de esos ojos omnipresentes.

Desnudo en estas cimas, el frío ya no importa,
la claridad abrumadora del paisaje llama impaciente.
Tampoco importa si, al final, queda una mancha solitaria en el tapiz verde.
De cualquier forma volaré.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Así.


Es posible, todo,
Mientras hayan espacios para llenar

Todo puede ser
En tanto la voluntad
Sea patria libre y sin fronteras

Nada,
Tan absoluto como ilusorio,
Nada se parece a la eternidad.

El vacío.


El vacío,
Reto cotidiano
Envuelto en la respiración.

Ansias vuelan como cometas
Enredadas en los cables de la luz.
Pensamientos en celeste y gris
En la alfombra encapotada.

Y empiezo a escribir,
Como sosteniendo el aliento,
Como respirando el tiempo.