jueves, 30 de mayo de 2013

Equipaje.

En la mochila cargo pajaritos disecados,
invitaciones que nunca correspondí y un testamento inoponible.

De los encuentros no he tomado más que un par de fotos.
Están descoloridas y ajadas, 
los rostros  son desconocidos.

No hallo cuando busco,
ni poseo cuando reclamo.
No tengo viajes registrados 
o cartas de despedida.
Y la brújula está dañada.

Algo se ha perdido,
se cayó por el bolsillo roto y no sé que será.
Sólo sé que cargo un vacío.

La canción no es la misma.

sábado, 25 de mayo de 2013

Mañana...

Mañana de árboles sin nombre
En calles indiferentes.
Un mal sabor en la boca,
Una mala palabra casi desprendida,
Un tormento nacido de la nada.
La angustia se siente como acordes que no progresan,
Una repetición incesante de un principio
Donde todo está abierto, todo es expectativa.
Un comienzo...

Ella no sabe nada.
No sabe nada pero carga con el núcleo del dolor.
No sabe porque puede inventar la noche, puede crear el amor
Pero prefiere seguir hilando la soledad innecesaria.
Ella no sabe nada pero espera y, a veces, no sabe qué espera,
Porque la costumbre justifica el tiempo.
Nada termina en el tiempo redondo de la paciencia sin causa.

Yo me desintegro en fantasías de apocalipsis personales.
Busco razones y encuentro abrazos incompletos,
Busco casualidades por sendas que había abandonado.

Me levanto y los árboles anónimos no han cambiado de lugar,
Ella no conoce la razón de mi nerval desconsuelo pero sigue esperando,
Cargando la maleta vacía y no se da cuenta.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Testigos.


Todos mis testigos están mudos,
Recuerdan todo pero no pueden decir nada.
Abren los ojos y gesticulan,
No logran dar a entender más allá de su propia angustia,
En medio del silencio que los contiene.

Hace muchos años, eran elocuentes sabios,
Oradores curtidos en los más salvajes auditorios.
Ahora les falta el aliento,
Sólo se oye un silbido largo y sordo cuando respiran.

Ellos desean no ver más,
Desean extinguirse en un atardecer nostálgico
Tomando café tibio,
Desenredando conversaciones triviales.

Mis testigos quieren enamorar a la mujer anónima,
Esa que me miraba desde el otro lado de la cafetería
Donde pasamos largos ratos de diletantismo.

Ellos quieren desmitificar el pozo de mis desencantos
Y reivindicar mis frustraciones
Para hacer de ellas sana experiencia.
Ellos quieren que no los alimente de culpa.

Pronto recuerdan dónde están.
Sus ojos se opacan en un velo infranqueable,
Siempre en vigilia.

martes, 14 de mayo de 2013

Si, lo soy.

Soy el ladrón agazapado
Oculto entre tus necesidades,
Ese que va saldando las cuentas vencidas con asaltos regulares a tu tranquilidad.

Soy el que no esperas cuando estás esperando,
Soy el que encuentra tus desvaríos y los deja jugar en el parque,
Soy quien tiene la experiencia necesaria para sofocar tu ego en preguntas invisibles,
Para que te rindas,
Para que descanses,
Para que sueñes más allá de lo que te dicta la rutina.

Soy tu pesadilla,
La silueta que ves cuando abres los ojos en la oscuridad.
Soy parte de tu precariedad,
El defensor de tus virtudes en el tribunal de tu conciencia.

No me buscas, pero siempre hago que me encuentres.
Soy tuyo, como tu sombra.

lunes, 13 de mayo de 2013

Digresión sobre mi tiempo.

Entre la sangre anónima que despertó todos los demonios y el silencio cómodo en las gargantas, se incubaron los absurdos dolorosos, la negación y la complicidad oprobiosa de nuestra historia.

Vivir en estos tiempos es como habitar en ninguna parte, algún lugar por fuera de las consecuencias de los desafueros de los poderosos y de las luchas de quienes nos antecedieron en el legítimo rechazo de la injusticia. Tierra olvidada, nación del olvido, donde nadie tiene cicatrices ni nadie se ha atrevido a aprender nada.

El otro es la personificación de la amenaza más alevosa, aquel que hay que eliminar para que el uno pueda existir. Todos quieren ser parte del ego odioso y destructor de las alteridades. No se aprueba ningún otro horizonte de existencia. Todos quieren estar cobijados por una de las grandes mentiras: la seguridad de la masa, durmiendo en el confort de la ignorancia.

Desde alli juzgan y parametrizan, movidos por voluntades irresistibles. Los dioses existen, se les reza sin ritos y se los adora sin vergüenza.

La primavera tan lejana, tan esquivas las utopías de los mundos mejores cuando veo los rostros multiplicados de la uniformidad.

Y como no tengo más que palabras, tengo esta responsabilidad. No callar, aunque la obra sea muda.

jueves, 9 de mayo de 2013

Tal vez, algo.

No te pronuncio 
mas que en los pequeños matices que dejan mis extremismos.
No te conozco cuando permanezco 
sino cuando camino bajo las sombras de los cerros.
 
Hablo entre las líneas ambigüas y los parrafos cansados.
No soy yo quien mira a los ojos, frente en alto y voz centrada.
Soy una veleidad, 
una situación constantemente inconclusa, 
un aliento inoportuno.