lunes, 26 de noviembre de 2012

La Paciencia de la Lluvia (Parte IV)

La niñez, los recuerdos, la locura.
El olvido habitado.
Los lugares comunes.

La habitación vacía, las calles sucias.
La plaza atestada, la ciudad anónima.
Todas las recurrencias toponímicas.

No hay un espacio que no se haya recorrido impunemente, sin dejar ninguna ninguna impresión que quede como una pequeña reliquia para heredar.

Tengo todos los pasos en cansadas meditaciones, prospectos de historias de los dominados que no encuentran los motivos necesarios para abandonar la sagrada comodidad de los barrotes invisibles.

Tengo todas tus sonrisas en un cuaderno violeta que se aprovecha de mi debilidad y me seduce cada noche para escribirte una carta.
Cada carta es una parte, una molécula de la sustancia de que está hecho el arrepentimiento.

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