domingo, 4 de noviembre de 2012

La última luna que nos acarició feneció, tantas estaciones atrás que nuestra geografía, tal vez, nos vuelva a confundir.
La colina y la calle que la serpentea se parecen a las fotos de la soledad, después de la guerra, desierto y sepia llaman la melancolía, los cadáveres esparcidos, congelados en el tiempo por artes caprichosos de la memoria.
Somos cántaros extraviados de la fuente, debatiéndonos entre el viento y el polvo, desterrados de las historias que fueron nuestras y que ya cuentan de otros héroes.
Nuestras voces son ecos de campanas anónimas, lejanas, víctimas del vacío absoluto que lo llena todo y nada deja escapar.
Siempre estar, ahí, parte del paisaje, abstraídos de nuestras propias circunstancias, inquilinos de la eternidad vacua y triste.

1 comentario:

  1. Lunas en sepias y grises,
    de atardeceres tristes,
    de amores y verdad.
    Los héroes muertos ya están,
    envueltos en soledad.
    No guardar, no apegarse
    a la tristeza de la eternidad...

    ResponderBorrar