viernes, 26 de abril de 2013

Ese momento.


Ese momento
cuando la mañana todavía pertenece a la noche,
El tenue velo que se va recogiendo hacia el lejano horizonte.
Aquí, la soledad va cambiando su vestido
Se tornasola y se transparenta
Se confunde con la piel
Con los usos y protocolos diarios.

Se respira, imperceptible
Se transmite en miradas incoloras
Se precipita por las palabras,
Plantas colgantes de los balcones,
Nacen y nunca terminan de caer.
Y, así, la soledad adorna los rostros.
Como las sonrisas sin forma
Como las brillantes lágrimas.

Vuelve la noche
Ella espera tras la puerta
En la timidez precaria de los muebles.

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