lunes, 3 de diciembre de 2012

Un hombre.

Callado, frente al precoz estertor de la genialidad,
espera un hombre que su elección haya sido acertada.
Tiene todas las ideas, pero una sola voluntad,
delgada y débil, como la llovizna que lo riega pero no lo moja.
Un conato de existencia programada para extinguirse en la medianía de las intenciones,
en la tibieza del pensamiento.
Miles de hombres, una máscara. Miles de máscaras y un hombre.
Esta es la comedia de las imprecisiones, en escena desde siempre.

1 comentario:

  1. La que el destino mira, en primera fila,
    esperando excitado la final elección.
    Cuenta las máscaras que van cayendo,
    a ver si se anima, a mirar el reflejo
    de sus propios miedos, de su propia sombra.
    Con sonrisa burlesca, se tuerce el bigote
    y sube la apuesta al final estoque:
    ser uno, o ser mil.
    O sólo dejar de existir...

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