miércoles, 22 de mayo de 2013

Testigos.


Todos mis testigos están mudos,
Recuerdan todo pero no pueden decir nada.
Abren los ojos y gesticulan,
No logran dar a entender más allá de su propia angustia,
En medio del silencio que los contiene.

Hace muchos años, eran elocuentes sabios,
Oradores curtidos en los más salvajes auditorios.
Ahora les falta el aliento,
Sólo se oye un silbido largo y sordo cuando respiran.

Ellos desean no ver más,
Desean extinguirse en un atardecer nostálgico
Tomando café tibio,
Desenredando conversaciones triviales.

Mis testigos quieren enamorar a la mujer anónima,
Esa que me miraba desde el otro lado de la cafetería
Donde pasamos largos ratos de diletantismo.

Ellos quieren desmitificar el pozo de mis desencantos
Y reivindicar mis frustraciones
Para hacer de ellas sana experiencia.
Ellos quieren que no los alimente de culpa.

Pronto recuerdan dónde están.
Sus ojos se opacan en un velo infranqueable,
Siempre en vigilia.

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