sábado, 25 de mayo de 2013

Mañana...

Mañana de árboles sin nombre
En calles indiferentes.
Un mal sabor en la boca,
Una mala palabra casi desprendida,
Un tormento nacido de la nada.
La angustia se siente como acordes que no progresan,
Una repetición incesante de un principio
Donde todo está abierto, todo es expectativa.
Un comienzo...

Ella no sabe nada.
No sabe nada pero carga con el núcleo del dolor.
No sabe porque puede inventar la noche, puede crear el amor
Pero prefiere seguir hilando la soledad innecesaria.
Ella no sabe nada pero espera y, a veces, no sabe qué espera,
Porque la costumbre justifica el tiempo.
Nada termina en el tiempo redondo de la paciencia sin causa.

Yo me desintegro en fantasías de apocalipsis personales.
Busco razones y encuentro abrazos incompletos,
Busco casualidades por sendas que había abandonado.

Me levanto y los árboles anónimos no han cambiado de lugar,
Ella no conoce la razón de mi nerval desconsuelo pero sigue esperando,
Cargando la maleta vacía y no se da cuenta.

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