jueves, 29 de noviembre de 2012

Antes de morir.

Aspiro a que se agoten todas las manifestaciones de la credulidad
Que la tibieza de las intenciones ardan en hogueras de rabias estancadas.

Espero que las palabras ayuden a proclamar el descenso de los ídolos
Que narren las crónicas de los desposeídos y parias
Que no contradigan la justicia inevitable.

Deseo que el claroscuro no nos reclame
Que los puntos medios sean tierras extrañas
Que las conjugaciones de los invisibles jueguen a nuestro favor.

Clamo por el fin del sueño
Por un trueno que nos despierte
Por las razones francas y las calles abiertas
Que pese más la voluntad que el hambre
Que el sacrificio no sea mayor que el premio.

Te espero en el fin
En el reinicio silencioso
En el preámbulo de la guerra.

Olvidos.


Las olvidadizas tempestades dejaron los ríos moribundos,
Los ánimos quebradizos
Y las promesas colgadas de los vientos
Fríos, secos.

Nuestro oráculo sentencia espesas predicciones
De las plenitudes estériles y solitarias,
De nuestras oraciones vacías
Enviadas a conjurar los eternos sinsabores.

Pesos escondidos en las sombras
Nos arrastran a los consuelos
Que nos arrancamos
Apenas sentir el tibio en las mejillas.

Mesuras extraviadas,
Razones inasibles,
Recuerdos insondables
Que remontan las pasiones.

En la periferia de los sueños
Aquellos asuntos incompletos
En el desierto abandonados,
Detrás de los espejos,
En el claustro de los deseos desahuciados.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La Paciencia de la Lluvia (Parte IV)

La niñez, los recuerdos, la locura.
El olvido habitado.
Los lugares comunes.

La habitación vacía, las calles sucias.
La plaza atestada, la ciudad anónima.
Todas las recurrencias toponímicas.

No hay un espacio que no se haya recorrido impunemente, sin dejar ninguna ninguna impresión que quede como una pequeña reliquia para heredar.

Tengo todos los pasos en cansadas meditaciones, prospectos de historias de los dominados que no encuentran los motivos necesarios para abandonar la sagrada comodidad de los barrotes invisibles.

Tengo todas tus sonrisas en un cuaderno violeta que se aprovecha de mi debilidad y me seduce cada noche para escribirte una carta.
Cada carta es una parte, una molécula de la sustancia de que está hecho el arrepentimiento.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Las cicatrices quedaron después de recorrer tu exuberancia sobre estimada,
Señales de la impertinencia y el desafuero
Cuando nos descomponíamos en azarosas recriminaciones,
En las inminentes huídas al vacío que nunca nos salvaron de nuestros encantadores tedios.

Óxido en las confesiones y en las contriciones,
Caminos andados y desandados
Turbiedad inmensa en los ojos antes diáfanos,
Habitas las canciones imprevistas del vacío
Que no fui capaz de predecir.

Tengo mil candados en los dedos para vos,
La clausura subliminal de los sueños
A cambio de los torrentes antigüos en los que sumergíamos la voluntad.

Ya tengo mis cicatrices y la lección en entredicho.

martes, 20 de noviembre de 2012

La Paciencia de la Lluvia (Parte III)

"Nada nos ha sido legado, por eso nada nos pertenece, ni la tierra que pisamos ni la historia que nos sufre. Nuestra patria es el desarraigo. 
Pasos errantes a través de cientos de años, generaciones desgastadas en las luchas inconsecuentes en las profundidades del monte; la sangre, confundida con el barro, ya nos emparenta a todos. 
Nuestro lamento aún no se apaga, lleva el ritmo de la ideas imperecederas de la justicia, porque la razón no divaga cuando nuestra fuerza va sumando voluntades. Ya nada podrá callar esta voces antes silenciadas.

La esperanza es un trabajo de tiempo completo que nos mantiene ocupados, renovando los sentidos y los significados de lo que nos rodea. La esperanza es, en si, una revelación, el resultado de desintegrarnos en nuestras partes más pequeñas para reconstruirnos en un mundo mejor. La esperanza nos exige estar siempre presentes y no perdernos en ensoñaciones. Un mundo mejor posible parte del reconocimiento de los peores defectos de éste que no correspondió vivir por obligación, implica el desistimiento de aquello que nos constituye en hijos de antiguos regímenes. Se debe desaprender para reiniciar el camino con pasos renovados, por rumbos consecuentes con nuestra humanidad".

La razón me tiene aquí, tratando de encontrar una solución a sus efectos. No he encontrado mayor contradicción que ésta, lo que me condena es lo que me puede salvar.
Trato de escapar, escribir la narración definitiva, esa que encierre la condición humana en renglones como rejas; pero llegan primero las utopías insatisfechas, como amantes malqueridas que acechan en los dobleces de la soledad. ¿Cuántas noches más me robarían?
La trampa siempre resulta, a pesar de mi y por causa mía...

No me rindo, sólo respiro y trato de retomar el último punto coherente.

Miles de víctimas y todas tienen el mismo rostro lavado, blanco y calcificado. No podremos reivindicar todos los sacrificios y los oprobios sufridos.
No puedo evitar sentirme impotente ante tanta miseria, cautivo de las letras y los azares dialécticos. Sin embargo, entiendo mis posibilidades y limitaciones. No tengo el carácter del guerrero que no teme al campo de batalla. Mi lugar es éste, destinado a esta tarea como una condena, sin poder renunciar a este mandato.

En este discurrir monótono, termino pensando en todo lo que he perdido, en el tiempo que he dedicado a edificar los muros de la soledad y que me han alejado de manera irrevocable de los sueños de la juventud, cuando éramos dos los que contemplábamos el horizonte con optimismo.
Te recuerdo en tus atrevimientos y yo en mi ignorancia, en el juego que nos fue envolviendo, queriendo tu presencia y anhelando tu ausencia, porque siempre me gustó extrañarte, porque lo que se tiene ya no se desea. Entregarme a tus brazos fue sólo una intento de convencerme de la posibilidad de una vida sin las tribulaciones para las que estoy hecho.
Pero esas posibilidades, ese mundo mejor, no son más que un mito mediocre, un romanticismo fuera de tiempo que me devuelve a los desvaríos, a los fangos de la contemplación sin consecuencias.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Costumbre

Te busco por costumbre, en un ejercicio arqueológico de lo que es, aún, innombrable.

Te busco porque no me nace evitarlo, porque en la consumición del tedio te pareces a las primicias que vuelan afuera, en el jardín.

Te busco porque no he aprendido a evadirme, aunque no sea inminente tu presencia y prefiero adenlantarme a las circunstancias.

Te busco porque los pies me lo exigen y los caminos son cómplices de tu mimetismo y no me doy cuenta que te recorro.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Motivos innecesarios.

La ciudad  se descubre contradictoria en todos los sentidos, porque se ama y se odia; porque la ciudad se vive sensualmente pero se desencanta por los medios más racionales, para después intentar revertir el proceso.

La ciudad es una mujer, una mujer que se pierde y se encuentra, se revela tristemente como algo que se fue, que no puede ser renovado y condensado en una sola comprensión unidimensional del asunto. El asunto es de pasión, desesperación, de no poder encontrar un lugar adecuado en el mundo. La ciudad es una mujer que no termina nunca de morir.

Pensando la ciudad, entonces, ella se desintegra y yo me pierdo en ese caos. Me invento una historia, que es mi historia particular, para poder guiarme y poder entender, para poder encontrar sentidos

Fragmentos de una fotografía hecha pedazos.

Profética.

Es un hombre común y corriente, que va llegando a los treinta y no le ha ido muy bien en la vida. Eso es lo que cree y los demás se han encargado de reforzarlo durante los últimos años. Tiene una novia a la que adora. Es posible que de lo único que esté seguro es que la ama. Un día se despertó con una terrible certidumbre que le apretó el corazón. No supo exactamente qué era, pero el miedo no lo dejó racionalizar la situación, mientras el impulso lo llevó a llamarla. Apenas escuchó su voz, comprendió qué estaba pasando. Las palabras salieron en un torrente, en un reclamo sin razón aparente. Al otro lado de la línea no se escuchó nada. El silencio de la culpa. Él descubrió en sueños que su novia le engañaba con otro hombre. Luego, descubriría que ella estaba comprometida en matrimonio, un matrimonio por interés, por comodidad, ya que ella terminó por convencerse que él es un pobre diablo.

Speak in other language.

Hablas en otro lenguaje,
estrategia de confusión.
Escribo sobre los días extraviados,
evasiones cotidianas.
La comunicación es imposible, inútil sin los códigos comunes.

Y, entonces, ¿qué hacer?
Si pudiera inventarme una maraña de sonidos, lo haría,
con el riesgo de convertirme en acertijo o en caos efímero.

Luego alguien aparece, primero como un espectro, tal vez una premonición. 
Los suspiros ya no son tan largos, la respiración recobra la serenidad.
De vuelta, no hay nada que decir.
El Silencio, la noche oscura, los grillo tímidos entre la hierba.

¿Será una certeza o un fantasma?...
Las explicaciones pueden ser las más simples,
los detalles obvios o, por capricho, cualquier cosa que se aparezca frente a los ojos.

Y si los sentidos engañan poco importa,
la tranquilidad retorna a los huesos,
a pesar de todo sigue lloviendo,
sigue saliendo el sol,
sigue la tierra dando sus vueltas…
No hay que dar explicaciones cuando las palabras son incomprensibles.

Yo te sigo viendo todas las noches,
escondida entre las cobijas
con el frío encerrado en tus piernas,
en las escaramuzas sonámbulas
en busca de los labios atrofiados,
las caricias intraducibles de dos cadáveres fraternos.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Esta tarde no me alcanza para escribirte, los ánimos ya han ido menguando.

Esta tarde que sorprende con fríos verdes y ponientes rojos, la montaña que me traga y me intenta renovar en una amarga nostalgia.

Te imagino mirando este cielo paternal, respirando este aire brioso, transformándolo en suspiro.

Te imagino encendiendo una esperanza cada noche, para encontrar el cavader rígido sobre la mesa, esparcido en formas proféticas de un casual encuentro y una derrota eterna en nuestros brazos repelentes.

Y me levanto del asfalto para vaciarme en los pesados pensamientos de la culpa, camino como practicando las evasiones por las esquinas abandonadas, porque no encontré ningún camino seguro por tus cauces, porque no fui capaz de tomarte de la mano y dejarme a la gravidez de la indeterminación, sin retorno, pero con arrepentimiento.

Esta tarde invoco tu presencia amorfa, tus ganas cicatrizadas, tus decepciones vacías.
Llega la noche corriente y el rostro lapidario de la indiferencia.

jueves, 15 de noviembre de 2012

La Paciencia de la Lluvia (Parte II)

Era un hombre como yo. En una mano un cigarrillo, aún sin encender, la otra mano dentro del bolsillo acariciando el mango del puñal, tratando de no precipitarse, porque sólo quiere intimidar, que le suelten el dinero sin problemas. Pero nunca sabemos que se puede desencadenar, el miedo nos muestra tantas formas de la oscuridad interior, que es imposible predecirnos: sabía que se puede morir por unos pocos pesos o por un celular barato.

Creo, a veces, que quiero creer, que es posible abandonar este estado de escepticismo que se entreteje con la decepción.
Sueño, ya no muchas veces, que puedo volar por encima de los cables encarnados en el paisaje, nervios que sobresalen de la piel rugosa y sucia de las ciudades. Sueño que los edificios estan hechos de gente, que la calidez no desaparece con la luz del día y que las calles no son anónimas.
Pero me pierdo en mis propios rumbos, como siempre, engañado por mi propia historia, en las señales mal interpretadas y las experiencias ambigüas de esta época que se desolidifica para tornarse en pegajosa toxicidad.
La mayoría de las veces me llevo un golpe de realidad, que no sorprende en absoluto.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Ahora que lo pienso...

Nadie notará que tu nombre se escribe con letras inacabadas,
porque la clandestinidad ha sido persistente en nuestros rostros.
Nadie preguntará qué ha sido de nosotros, porque el verbo no alcanzó a ser conjugado totalmente.
Nunca una obra que requirió de tanta sangre y tanta sal,
ha quedado tan perfectamente suspendida en el anecdotario de las inconveniencias.
Nuestro legado es la incompletitud,
la nostalgia de los deseos renunciados,
cuando empezábamos a satisfacernos.
Nadie reconocerá nuestros pasajes,
nuestros códigos o los preludios,
no somos gesta legendaria.
Somos un recíproco tormento obstinado.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Nocturno Intrascendente.

Un “para siempre”, hasta que alguien se esmere en recordar, hasta que la memoria alcance.
Entre todas las promesas que se hicieron,
con la luna de testigo,
no encuentro ninguna que satisfaga la ausencia, que reivindique tu figura
entre las brumas de la cama.

Todavía duermo con un ojo abierto,
mirando la ventana,
vigilando las luces de la calle,
esperando tu visita,
queriendo creer que me podrás encontrar, queriendo creer que quieres volar hasta aquí, como lo hago las noches más oscuras hasta tu armario para, desde ahí, verte dormir.

Soy un cuervo obsesionado con las estretegias, olvidadizo de su alimento.
Te tengo cuando no estás, porque lo que poseo se vuelve irrelevante.
Tienes el nombre de mi deseo y tus juegos son la fuerza de mi perdición.
Siempre que no estás, ya parece un “para siempre”.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La paciencia de la lluvia (Parte I)

Lo supe la última vez que hicimos el amor. Todo terminaría en tragedia, pero no logré anticipar las dimensiones. Esa noche, sentí que éramos migajas de todo lo que nos habíamos prodigado hasta no hace mucho tiempo, sentí las consecuencias de la precipitación de las caricias y los besos, de la falta de madurez de las razones que necesitábamos para haber llegado a nuestro cansancio natural. No entiendo cómo las consecuencias finales se atraviesan antes de que los momentos felices lleguen a ser, por lo menos, un retoño con forma, un ser que pueda entender y afrontar las pérdidas de otra manera.

Hay historias que se van anticipando, que nos van convenciendo de estrategias ocultas. Por eso, cuando lo vi dormido a mi lado, sabía el resultado, los detalles del dolor que sufriríamos, pero no tenía ni un atisbo de las circunstancias que lo desencadenarían.

La lluvia no cesa, desde hace días siento un frío inusual. Trato de reconstruir los hechos, de desenredar el cuento y organizar las ideas, porque necesito entender, porque mi hija merece una oportunidad de vivir una vida distinta.

¿Por qué tuvo que volver? ¿Por qué tuvo que traer su legado y plantarlo en esta casa? ¿Por qué hizo lo que hizo?

No sé qué tipo de solución pretendía llevar a cabo, no sé si fue falta de valentía o un simple reflejo de la podredumbre que nos rodea lo que guió su mano. Fue un instante alienado de la madrugada, me regaló ese beso profundo, ese suspiro húmedo, me miró fijamente. En silencio se alejó como si se fuera a despedir de nuevo. Levantó su mano en un gesto vago. No me percaté del revólver hasta que escuché el disparo y vi su cabeza abierta caer frente a mi, su cuerpo largo y epiléptico...

No quiero recordar nada más.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La última luna que nos acarició feneció, tantas estaciones atrás que nuestra geografía, tal vez, nos vuelva a confundir.
La colina y la calle que la serpentea se parecen a las fotos de la soledad, después de la guerra, desierto y sepia llaman la melancolía, los cadáveres esparcidos, congelados en el tiempo por artes caprichosos de la memoria.
Somos cántaros extraviados de la fuente, debatiéndonos entre el viento y el polvo, desterrados de las historias que fueron nuestras y que ya cuentan de otros héroes.
Nuestras voces son ecos de campanas anónimas, lejanas, víctimas del vacío absoluto que lo llena todo y nada deja escapar.
Siempre estar, ahí, parte del paisaje, abstraídos de nuestras propias circunstancias, inquilinos de la eternidad vacua y triste.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Ver la cara de quien ya no está, todos los días, hasta que su ausencia se vuelve usual y su espíritu no deja presentimiento alguno, ya no se extraña más.
El momento justo llega con un alivio en las piernas y una pequeña taquicardia, señales adelantadas del retorno que va completando su ciclo.
Otros afanes vendrán, otros rostros ocuparán el espacio desposeído por la determinación de seguir adelante, de recorrer otros senderos, hasta que nos cansemos de nuevo, hasta que las semilla que sembramos un día sean sombra generosa. Pero ya estamos lejos, ya el meridiano se refleja en los gestos.
Estamos lejos, pero aún no estamos cerca.
Vos confundís la poesía con la forma
el sueño de la revolución se te parece al marasmo de nuestros días.
Creiste que eras el destino cuando sólo fuiste una huída,
una eternidad fracasada,
un pulmón herido que no retiene aliento.
Sin la prisa, desaparece la angustia y la cara demacrada ya parece primavera,
tímida aún, pero decidida e irrefrenable.
Vos, enunciado desgastado,
rito vacío de la repetición,
pareces ya una sustancia quimérica,
un suspiro accidentado que se parece al tiempo perdido.
Porque nunca fuimos, porque ya no sos...
Porque el extravío no se parece a la eternidad,
aunque el fondo sea profundo,
aunque la luz tarde en llegar.