En la noche inconclusa, con una casi luna llena que adornaba el negro profundo, una noche que se resistía a ser gastada en una caminata solitaria hasta encontrar el sueño.
¿En qué había quedado yo?
Con las ganas de otra cerveza, de una hora más, de una brisa más fresca y de la llovizna que nunca cumplió su promesa.
Quedó de la noche una canción tarareada sin historia y sin lugar, la incertidumbre y un pequeño atisbo de absurdo dando vueltas alrededor mientras caminaba.
Mis desobedientes pies no hicieron caso y decidieron emprender, en contra de mi voluntad y tu petición, el camino en busca de las palabras adecuadas para describir unos ojos negros, tan esquivos y extraviados como las palabras perfectas que hacen falta para sellar el justo momento.
¿En qué había quedado yo?
Con las ganas de otra cerveza, de una hora más, de una brisa más fresca y de la llovizna que nunca cumplió su promesa.
Quedó de la noche una canción tarareada sin historia y sin lugar, la incertidumbre y un pequeño atisbo de absurdo dando vueltas alrededor mientras caminaba.
Mis desobedientes pies no hicieron caso y decidieron emprender, en contra de mi voluntad y tu petición, el camino en busca de las palabras adecuadas para describir unos ojos negros, tan esquivos y extraviados como las palabras perfectas que hacen falta para sellar el justo momento.
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