Sale de las cuerdas eléctricas para salvar la noche
para no decepcionar a los locos ni a los hombres lobo.
La ciudad en su mundana rutina es un solo bullicio,
un cuerpo caliente tirado entre el rio y las montañas.
El viento, entre los cañaduzales, intenta llevarse la música.
El polvo duerme por los caminos, cansado de deambular.
El olvido, a pesar de todo, siempre acude,
se posa al lado la ventana y ya nada es lo mismo,
la lluvia es de aguas extrañas.
La luna mira con ojos ajenos sobre los caprichos de las nubes.
La eternidad se confunde con las casualidades,
la interacción azarosa de los átomos puede crear cualquier cosa,
incluso la angustia cuando no podemos reconocer las formas.
Algunos indicios vienen con vos,
se mezclan con el aliento,
con los ojos abiertos de incertidumbre,
con el silencio de las miradas.
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